jueves, 9 de diciembre de 2010

Reflexiones de un oyente


Madrid, 15 de noviembre de 2010

Esto es una reflexión personal al hilo de lo oído y trabajado en el encuentro nacional de Musicosophia en Ciempozuelos del 29 de octubre al 1 de noviembre de 2010, con el Dr. George Balan y Gebhard Von Gültlingen.


I.- UN APUNTE PREVIO.

Semanas antes de asistir al encuentro leí el texto de Adolfo en este blog, así que ya tenía algunos ecos sobre la posición de los maestros de Musicosophia sobre la música contemporánea y también de las reacciones que se habían suscitado en Roncegno por este tema. Por lo que a mi respecta diré que tengo tanto que aprender y trabajar como oyente que lo que veo que me toca, por pura prudencia, es apuntarme a lo que más de uno me ha manifestado: “con todo lo que da de sí la música clásica no tiene mucho sentido empeñarse en entender una música que no te invita a detenerte mucho tiempo, solo por un deber de atención hacia un periodo histórico o a un movimiento artístico”. Y por abundar, me quedo con un comentario de Balan: “Acércate a una música un número razonable de veces y si sigue sin decirte nada, abandónala.” Es un criterio práctico difícil de rebatir, aunque solo sea porque no cierra la puerta a nada, solo pospone.
Tengo que decir que en mi aproximación a la música hay una cuestión intrigante: he sentido la motivación de penetrar en una música que, en una primera impresión, se me aparecía como “maravillosa” pero no siempre ese ha sido el trabajo que más me ha satisfecho y, sin embargo, he trabajado con piezas que en una primera audición me han provocado rechazo y que después de dos o tres horas de trabajo me han sonado a gloria. Me parece muy curioso este modo de no ser nada fiable en mis primeras apreciaciones de una música, lo acepto como una limitación de mi “mente euclidiana” (por seguir a Adolfo) y siempre espero que el mucho trabajo me vaya haciendo “mas fiable”. Pero en cualquier caso todo esto no contradice sino que refuerza la idea de que una aproximación detenida (y no obsesiva) es suficiente para poder discriminar con cierto criterio.
Así que creo que se trata más de prudencia, que de sumisión o incluso de adulación (como deja entrever Adolfo) lo que nos guía a muchos a escuchar con admiración la opinión de Balan. Una opinión bien fundada, comprometida y fruto de un impresionante trabajo, a la cual lo justo sería oponerle una argumentación al menos tan trabajada, y si, como es mi caso, no es posible, siempre se puede optar por la sana suspensión del juicio hasta poder ofrecerla. Agradezco a Adolfo algunos de sus apuntes de conocimiento de lo musical que, desgraciadamente, han sido menos abundantes que sus incursiones por los gnósticos, los bardos y las ovejas. Me quedo con lo que apunta sobre la pérdida de corporeidad de la música donde “la conciencia fluye sin protección”. Y también me quedo con la invitación implícita a conocer la música contemporánea, reconozco que me ha picado la curiosidad.
Hay mucho de positivo en que se te ofrezca un conocimiento y un gusto: es una posible lectura de la realidad y eso siempre es una referencia. Pero hay algo sin duda más apasionante en que se te dé una forma de trabajo, que en su proceder demuestra una energía insustituible: la de poder indagar desde tu propia sensibilidad y tu propio conocimiento. Sin duda eso es lo más valioso de Musicosophia, esa aplicación al trabajo detenido y consciente para intentar penetrar el misterio de la realidad musical. Además he visto como el método es flexibilizado adaptándolo a músicas muy diferentes (hace unos días tuve la ocasión de trabajar con Hubert Pausinger una pieza musical con una “estrategia” bastante diferente a la que yo andaba ya habituándome) así que voy sabiendo que el territorio de trabajo puede ser muy amplio.


II.- REFERENCIAS A LO DICHO POR GEORGE BALAN

De lo dicho por George Balan en Ciempozuelos destaco frases (en cursiva negrita) que a mis oídos han resultado interesantes, que no irrefutables. Hago algún comentario a continuación.

El oyente
El gusto no es tolerante es unilateral e inevitable. Es perfectamente razonable decir que amar una música X es incompatible con amar una música Z”
“…solo el poder eclesiástico y el poder comunista han llegado a prohibir músicas. El oyente no prohíbe pero debe decir ¡ No me gusta! sino quiere ser blando o hipócrita.”
Sólo ahora se da el masoquismo de saborear lo feo.”
La ingenuidad del público está emparentada con la credulidad en materia religiosa.”“El oyente actual cree lo que viene de la autoridad musical.”
Si crees que es necesario comprender inténtalo y si te has aplicado a ello y sigues sin comprender es que no hay nada que comprender. Hay otras cosas y el tiempo es limitado.”

Me hizo gracia que nos animara a comportarnos como el público de siglos pasados, apasionados partidarios que no dudaban en reaccionar fuertemente ante lo que no era de su gusto. Ahí si que tengo que decir que no va a poder contar conmigo, no tengo alma de hooligan. Pero no dejo de interpretar esta invitación como una manifestación de las fuertes convicciones del Sr. Balan de las que yo, sin duda, me nutro. Y no cual oveja pastoreada sino cual alumna a la que le parece muy bien que su maestro se defina…¡Ya me iré definiendo yo!

Creo de todos modos que en paralelo al argumento sobre los muy respetables derechos de los oyentes habría que considerar que actualmente vivimos una oferta tan grande que el público bien puede ahorrarse ciertos conciertos y asistir a otros, quizás esto no era tan posible siglos atrás.

Lo perenne, o mejor lo imperecedero
La música solo puede compararse con la vida misma que también es un poder elemental.”
“…Hay algo eterno y universal en el fenómeno humano y no muchos artistas han tenido acceso a este núcleo de perennidad de la humanidad…”
Esta es una declaración filosófica básica: el arte no es un divertimento, ni es un simple producto fabricado (como lo son unos zapatos), el arte musical es una expresión del espíritu humano que se abre a la inmensidad desde lo sensible.

La novedad
“…solo ahora vemos al compositor buscando la novedad por la novedad y no para expresar la realidad humana.”
“…Al compositor grande no le preocupaba distinguirse de sus predecesores, solo expresarse con libertad…”
Estoy de acuerdo con Balan en que a veces la búsqueda de la novedad en sí misma se utiliza como motivación de la producción artística y estoy de acuerdo con él en que esa posible justificación carece de la grandeza y la fuerza que tiene una motivación mejor como es la de la expresión auténtica de un alma libre.

El placer, la alegría
“… En música y religión se habla de tolerancia. Los creyentes pueden tener razones muy distintas para concebir a su Dios, pero en la música hay un factor insustituible: el placer, la alegría íntima. En religión uno tiene que ser Juan de la Cruz para poder experimentar algo parecido a lo que un oyente musical puede alcanzar.”
Es difícil imaginar una felicidad compatible con Boulez….”
Con Stockhausen debemos preguntarnos ¿Cómo se ha llegado hasta aquí? … si la música no produce un placer profundo (satisfacción en las capas más profundas del alma) queda el interés intelectual del “esto es interesante”…. ¡Pero eso es un insulto! La música debería como poco encantarnos, es interés apasionado.”

Estoy apasionadamente de acuerdo con él que cuando se empieza a hablar del arte (o de filosofía) solo como algo “interesante” lo que tenemos es un producto de segunda mano, papilla digerida para entretenimiento de salón, que ni nos constituye ni nos expresa, interesante solo para un intercambio aparente, que no nos implica, que fundamentalmente sirve para dejarnos inmodificados, intactos y ocultos, o sea muertos.


La desintegración del centro musical
Pocos se han acercado a la línea roja más allá de la cual está el caos. (Nos hace oir una música de Chopin alucinante y alucinada que parece un disco acelerado electrónicamente) Aquí ya no tenemos música, Chopin nunca ha repetido tal gesto musical. Wagner también tocó los límites en Tristán e Isolda, y tampoco repitió esas relaciones armónicas que debilitan la centralización del discurso musical, que lo desintegran.
La tonalidad es para la música como el cerebro para nosotros, sin ella no se puede tararear ni percibir. No podemos pensar sin el punto de apoyo de la tonalidad, no hay ideas melódicas, no hay referencias para no perderse, no hay percepción ni asimilación. La línea roja se cruza al inicio del siglo XX, el compositor deja de tener escrúpulos concernientes a esta organización interior de la música, se hace la experiencia del caos. No podemos llamarlo música porque utilice el sonido. El compositor ha olvidado al oyente.”
Hay fenómenos musicales que contradicen la razón de ser de la música. La música sin ideas melódicas es contraria a la percepción normal de la gente…”
“…Observamos a Barenboim dirigiendo una obra de Boulez, y necesita partitura porque no puede memorizarla. La lógica es una parte importante de la memoria, una idea llama a otra, contribuyen entre ellas.”

El final de la música
Tenemos el derecho de preguntarnos si la música tiene un futuro. Acaso ¿la música ha agotado su sustancia? ¿ha alcanzado su punto final? Mirad atrás y ved lo que se ha acumulado, un melómano necesita 100 vidas para conocer todo Bach. Algo se ha terminado, un ciclo que se cierra: 1.000 años de música europea. Bruckner es su ocaso glorioso, su bello sol poniente.”
Apretar el botón de la bomba aniquiladora es algo que no se debe hacer. Es lo que hizo Shönberg. A partir de ahí todo ha ido en dirección a un mayor desprecio del oyente. Shönberg dirá que la repetición no le interesa porque es un trabajo de copista, no de creador, y podría haber añadido: el público sólo me interesa para llenar la sala y mejorar el sonido.”

No tengo ninguna aversión por la música contemporánea, como por ningún producto cultural, entiendo solo que cada uno cumple su función y saco de él lo que puedo, de algunos mucho, de otros casi nada.
Cuando oigo música contemporánea se me produce una revelación curiosa: tengo una sensación de no avanzar, no hay desarrollo, pero no se trata de quietud, sino de estancamiento, aunque es verdad que el instante presente toma valor, algo me dice que el mismo valor que podría tomar para un condenado a prisión.
¿Y si la música contemporánea sirviera para valorar más la estructuración, la calidad de la música clásica como desarrollo dramático, tanto como la cárcel sirve para valorar la libertad? …como dice Balan: “el oyente decide” (y podría añadir a continuación…”…y que no se lo calle”).


III.- BRUCKNER

En este fin de semana aprendí que Bruckner es una pieza clave en el trabajo de Musicosophia. Para mi ha sido todo descubrimiento.
Con George Balan trabajamos sobre el Te deum.
Balan dijo de Bruckner:
Bruckner es de espacios amplios, su único enemigo es la impaciencia. Hay que sumergirse y dejar que su música nos trabaje.”
Se ve en Bruckner una preocupación por la capacidad de concentración del oyente. No compone de manera repetitiva pero se puede muy bien seguir su lógica, porque delimita muy bien los fragmentos de diferentes formas: un motivo que se repite dentro de una sección, la introducción de una forma vocal o la extinción de una sonoridad antes de dar paso a otra y a menudo con pausas. (Wagner, al que Bruckner adoraba, evitaba la pausa por la idea de la continuidad dramática).
He leído que Nietzsche, ya se lo hizo notar, por ello sus objeciones a la música de Wagner fueron de orden fisiológico ¿Para qué disfrazarlas bajo fórmulas estéticas?:  “Que no se pueda respirar cuando se escucha esta música está señalando que no es la adecuada para la vida.”  

Finalmente os dejo unas pinceladas del trabajo de Gebhard sobre el Adagio de la Sinfonía 5ª en si bemol mayor de Bruckner::
“…la música no es entretenimiento es camino, como lo es Bruckner.
Lo que pudimos oir:
Bajadas desde una cima, bajadas más allá del suelo, búsquedas melancólicas, afirmaciones de potencia, fuerza que se retira humildemente, preguntas, respuestas cósmicas, proceso de unidad-dualidad-unión, fuerzas que separan, reflexión tranquila, elevación, luz interior, luz triunfal, amenaza, luminoso entrevisto, impotencia, obstáculo que hace retroceder, destrucción, bestialidad, temor, excitación, intimidación, caída suave, transformación por deslizamiento, pasos enraizados y cabeza en el cielo, fuerza que se transforma en algo brutal como ultima resistencia, duda que no cesa.”
Está tan bien dicho que casi se puede oír la música.
Les doy las gracias a los dos.

Mercedes García Márquez

Merienda en el Campo con amigos y niños


Música y MELORITMIA

Hace poco quedamos para pasar un día de campo unos pocos, pero buenos amigos de Musicosophia.
Nos juntamos 6 adultos y 5 niños, de edades entre 14 y 4 años, que sin apenas conocerse, congeniaron muy bien y se pasaron el día ideando juegos, chistes, risas e imaginación, lo cual fue una suerte ya que amaneció el día lluvioso y tuvimos que quedarnos bajo techo todo el día.
Yo albergaba la esperanza de que en algún momento pudiéramos con ellos hacer algún trabajo musical.
El día fue pasando tranquilamente, y ya tras el café le preguntamos a Pilar García si había traído alguna música para trabajar con los niños. Confesó que sí, pero que era una melodía muy sencilla, dado que no había tenido mucho tiempo para preparar algo más complejo. Era importante ver el estado de ánimo de los pequeños, pues no podíamos sacarles de sus juegos a la fuerza para imponerles la “tarea musical”.
Fuimos a ver cómo respondía el grupo, y en efecto, habían montado un enorme mercadillo con todo tipo de objetos y hasta con 2 cajas registradoras y claro, ni a los compradores ni a las cajeras les apetecía desviar su atención de su interesante mundo del comercio.
Decidimos entonces iniciar nosotros el trabajo musical y proponerles a los niños que cuando ellos quisieran se unieran a nosotros. Yo les preparé la merienda mientras en el salón, por arte de magia, Pilar sacó de su bolso cual Mary Poppins, varios discos de música, rotuladores de colores, grandes folios con la melorritmia perfectamente dibujada y hasta un puntero!!!!!! Quién la conoce sabe bien a lo que me refiero.
La música de Brahms empezó a llenar el salón y nos fue poco a poco envolviendo; Pilar había ideado distintos gestos y una y otra vez la melodía nos transportó hasta la máxima concentración. De nuevo la magia de la música hechizó el ambiente y aparecieron los niños atraídos por la melodía, cual flauta de Hamelin.
Se sentaron, escucharon, siguieron las líneas de colores y todos de pie, en círculo, fuimos “pasándonos” las melodías y sobre la marcha improvisamos una nueva melorritmia, con movimientos más amplios y más marcados para atrapar el dinamismo de los niños.
Los niños mayores captaron enseguida los matices de la melodía que marcaban perfectamente con el gesto, los más pequeños participaron con entusiasmo en el juego, en el que fuimos guiándoles para que identificaran las melodías.
Todo surgió con naturalidad y fluyó sin que nos diéramos cuenta, ayudó sin duda la maestría de Pilar que consigue mantener la atención de los niños, y la mágica unión de gesto y música hicieron el resto.
El día fue estupendo y la música culminó un agradable día de campo pasado por agua.




Mª Teresa Polo